martes, 14 de junio de 2016

Reflexión sobre las tarifas de traducción diferentes y el concesionario de carros


¿Alguna vez te has cuestionado sobre si tu tarifa de traducción es lo suficientemente buena? ¿Sabes si es adecuada para ti? ¿Qué hacer cuando una agencia de traducción quiere rebajarte la tarifa de traducción? ¿Aceptar y trabajar por una tarifa menor a lo esperado? ¿No aceptar y esperar a que llegue ese cliente deseado? En este artículo, hago una explicación sobre las diferentes formas de diversificar tus tarifas de traducción.

El problema

Durante años, mis profesores me enseñaron que uno debe cobrar "lo que vale tu trabajo" y "no regalarlo". Igualmente, he oído a varios traductores decir que cobran tanto o cuánto y que no bajan de esos precios. No solo eso, sino que sugieren que bajar de esa tarifa es incuestionable, en una especie de reivindicación de su posición.
El problema, sin embargo, es que siempre se enseña a cobrar a clientes directos que son, en el mejor de los casos, excepcionales y poco usuales al menos en el área de la localización y la traducción audiovisual.
¿Qué hacer entonces? ¿Trabajar por migajas? ¡Claro que no! ¡Eso es impensable! Para evitar cobrar migajas, podemos referirnos a mi entrada anterior, en la que hablé sobre una tarifa mínima de traducción que hay que aplicar a las agencias de traducción. Tomando en cuenta eso, podemos establecer un piso mínimo del que no debemos bajar en ninguna circunstancia y al que nos debemos atar.
Sin embargo, una vez aceptada una tarifa de traducción, quedan las siguientes preguntas: ¿Todos mis servicios de traducción son de igual calidad incluso a una tarifa menor? ¿Puedo hacer una discriminación entre clientes de primera y de segunda? Lo que propongo, entonces, es desglosar y tener una tabla de tarifas de traducción para cada tipo de cliente, con los correspondientes servicios ofrecidos por cada una de ellas y la diferenciación de los mismos.

La ley del concesionario de carros y el valor de tu servicio

Cuando vas a un comprar un carro (coche en España), te ofrecen diferentes modelos a diferentes precios. Ningún modelo es malo, pero el que cuesta más seguramente tiene más funciones, un mejor motor, más acabados o mejor calidad de los asientos. Y es que como dije en una entrada anterior, en la que hablé sobre el valor de tu servicio, y que la tarifa que está dispuesta a pagar un cliente depende de una combinación de los precios del mercado y la percepción de valor que tiene sobre el servicio ofrecido. Por ello debemos preguntarnos, ¿existe una tarifa para dominarlos a todos y atarlos a tu servicio?
En mi opinión, no, pues cada cliente es un mundo aparte, con realidades y presupuestos distintos. Igualmente, tú tendrás momentos buenos y momentos malos que te harán aceptar o rechazar tarifas menores. Por consiguiente, tú, en tanto prestador de servicios, debes ser claro desde un principio con tu cliente sobre lo que ofreces por una determinada tarifa o no y lo que dejas de ofrecer por la otra.

Diferentes tarifas por diferentes servicios

No estoy proponiendo con ello entregar una traducción llena de falsos sentidos o de errores de tipeo ni mucho menos. Plantear eso sería poco ético e inmoral, además de que me descalificaría como traductor profesional ante los ojos de mis clientes y colegas. Lo que planteo es diversificar las tarifas de traducción y ajustarlas a diferentes patrones de control de calidad que se puedan seguir (o dejar de seguir) al momento de traducir. ¿Y es que acaso debemos revisar 5 veces una traducción, con las consiguientes horas invertidas por un cliente que no está dispuesto a pagar la tarifa más alta de traducción? ¿Y es que acaso debemos invertir dos o tres horas buscando los mejores términos y dando acabados maestros a una traducción por la que el cliente no está dispuesto a gastar más de 100 dólares por tres horas de servicio? ¿O acaso debemos invertir en un cross-reading por esa misma traducción? ¿O acaso debemos ponernos al servicio total de un cliente que no está dispuesto a invertir más del mínimo?
Por ello, podemos proponer un servicio en función de estos factores:
Tiempo invertido: ¿reviso una vez o reviso cinco, cubriendo todas las revisiones posibles: terminología, estilo, ortografía, sintaxis, formato?
Valor añadido: ¿hago un cross-reading o solo uno?
Atención al cliente: ¿estoy para el cliente las 24 horas del día o lo limito a las horas de oficina?
Exclusividad y prioridad: creo que no hace falta decirlo.

Bueno, bonito y barato vs caro, lujoso y perfecto

Al final, el cliente está pagando por un carro bueno, bonito pero barato. Si el cliente quiere un carro bueno y lujoso, tiene que pagar su precio (en este caso, tu tarifa de traducción más alta). ¿No les parece?
En una entrada posterior, podríamos seguir ahondando el tema del valor en las tarifas de traducción y qué podemos ofrecer a cambio de cada una.
Hasta una próxima entrada de Traducir y Divertirse...



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